Dostoyevsky en OnlyFans: Lily Phillips y la “Existencia” de Dios
¿Por qué el caso de Lily Philips nos recuerda que el concepto de Dios jamás desaparecerá de la naturaleza humana?
Lily Phillips, modelo de OnlyFans, ha provocado un intenso debate tras su controvertido récord de mantener relaciones sexuales con 100 hombres en un solo día. La polémica gira en distintos niveles, pero el foco de atención ha sido sobre los límites del liberalismo. Por un lado, se argumenta que Phillips tiene el derecho absoluto de decidir sobre su propio cuerpo, siempre y cuando sus acciones no perjudiquen a otros. Sin embargo, desde otra perspectiva, su acto expone lo que Byung-Chul Han describe como “la autoesclavitud del sujeto neoliberal”: una libertad que, bajo las reglas del mercado, se transforma en un mecanismo de mercantilización y explotación, llegando incluso a despojar a la persona de su propia humanidad.
Decidí ver el documental sobre esta joven, ya que no se enfoca en el acto en sí, ni muestra imágenes sexuales, sino que nos muestra cómo se preparó emocionalmente, y el impacto físico y psicológico que enfrenta tras llevar a cabo el acto. Al verlo, no pude evitar reflexionar, no solo sobre los límites del cuerpo humano, sino también sobre los del alma. Su historia me evocó inevitablemente a Dostoyevsky y al argumento planteado en Los Hermanos Karamazov sobre por qué Dios existe. Aunque en un principio parecía una conexión remota, las similitudes se hicieron más evidentes a medida que el documental avanzaba. La lucha interna, la búsqueda de significado y los dilemas morales que Phillips enfrenta me llevaron de vuelta a la filosofía, y a las preguntas fundamentales que Dostoyevsky planteó: si Dios no existe y todo está permitido, ¿qué ocurre cuando algo, sin embargo, se siente imposible de justificar? Esta pregunta me recordó por qué, desde mi perspectiva agnóstica, considero que el concepto de Dios nunca desaparecerá de la mente humana. Es una idea que trasciende la religión misma, anclada en nuestra necesidad de buscar un marco moral que explique y limite aquello que, aunque posible, legal, y válido, se siente incorrecto.
¿Qué muestra el documental?
El documental sobre Lily Phillips comienza con una escena que retrata la vida de una joven, atractiva, aparentemente normal: un departamento modesto, un perro. Sin embargo, a medida que avanza, esta imagen de normalidad se desmorona. Phillips, de solo 23 años, asegura que disfruta de lo que hace, pero sus palabras y lenguaje corporal narran una historia diferente. Mientras intenta justificar su elección como un acto de empoderamiento, confiesa, que no recomendaría a otras mujeres que sigan su ejemplo, y prácticamente en chiste, admite que ella "solo es buena para una cosa". Esta cosa siendo la mercantilización de su cuerpo. Esa frase, cargada de autocompasión e ironía, marca el inicio del tono de un relato que se volverá cada vez más inquietante y perturbador.
El centro del documental es la decisión de la joven de organizar una sesión de 12 horas donde tendrá sexo con 100 hombres consecutivos. Su equipo, compuesto por nueve personas, no solo respalda la idea, sino que la ejecuta con precisión logística. En este microcosmos, Chul-Han nos diría que Phillips se convierte en un producto, en un símbolo de la mercantilización del cuerpo humano en la era digital. Ni siquiera su manager, quien debería velar por su bienestar, parece detenerse a considerar las implicaciones físicas y emocionales de tal empresa.
Durante el evento, los detalles físicos y emocionales resultan desgarradores. Phillips apenas consume un sándwich y algunos jugos durante las 12 horas de la sesión. El uso de preservativos es obligatorio, pero el entrevistador en un punto le pregunta sobre si permitirá que estos hombres le eyaculen en la cara, a lo que ella respondió que no habría problema. Al explicarle que si no tenía miedo de la posibilidad de contraer infecciones, ella admite desconocer que estos fluidos podían transmitir enfermedades (esta falta de conocimiento sobre educación sexual básica es alarmante, considerando la naturaleza extrema de la sesión).
Al final del día, sus ojos están rojos, y explica, sin dramatismo, que es por "demasiado semen". Su desconexión emocional es evidente cuando afirma recordar solo 10 de las 100 caras. La disociación, recordemos, es un mecanismo de defensa frente al trauma, se convierte en su respuesta ante un acto que claramente trasciende sus límites físicos y psicológicos, y es muy prevalente en situaciones de violación sexual, especialmente en violaciones en grupo.
El documental llega a incluir la opinión de otra modelo de OnlyFans, quien, al escuchar lo que Lily planea hacer, se conmueve hasta las lágrimas, describiéndolo como algo terrible para su salud mental. Han, recordemos, también analiza cómo el sufrimiento y el dolor se mercantilizan. En este caso, el agotamiento físico y emocional de la mujer, así como su evidente alienación, se convierten en parte del valor del documental. Al ver el sufrimiento de psicológico de Phillips como un espectáculo, recordé a las distopía de El Cuento de la Criada, donde el cuerpo de las mujeres es controlado y exhibido bajo la apariencia de un propósito mayor.
Al final del documental, Lily admite que le duele el cuerpo, pero que lo que más le pesa es la presión emocional. Llora porque teme que algunos hombres no hayan disfrutado la experiencia, recordando que uno de ellos incluso le reclamó por no eyacular.
Dostoyevski y su argumento de la existencia de Dios
El caso de Lily Phillips resonó para mi con muchos temas, la autoexplotación económica y física, el empoderamiento femenino: sus límites y contradicciones, el abuso digital, el rol de estos hombres en este acto, pero de manera inesperada me recordó el argumento de Dostoyevsky en Los Hermanos Karamazov: “Si Dios no existe, todo está permitido.” Iván Karamazov, uno de los personajes centrales, un hombre brillante, ateo, defiende esta idea, sugiriendo que sin un fundamento moral trascendente, las leyes humanas son arbitrarias y pueden ser desafiadas o manipuladas. Sin embargo, a través de la obra hay un asesinato, e Iván se siente culpable a pesar de ser inocente. ¿Por qué en la ausencia de una divinidad explícita, el ser humano no puede escapar al peso de la culpa y la intuición moral?
Lily Phillips no necesita que nadie le diga que lo que hizo es incorrecto; en el documental da la sensación que su cuerpo y mente ya lo saben (independientemente de si lo es o no). Aunque racionaliza sus decisiones como actos autónomos, su dolor, su disociación, y sus lágrimas finales revelan una verdad más profunda: ciertos actos transgreden los límites de lo que el ser humano puede soportar, no solo físicamente, sino espiritualmente. Aquí, la filosofía de Dostoyevsky cobra vida. Si "todo está permitido", ¿por qué Lily siente culpa, tristeza y vacío? Su sufrimiento, como el de Iván, sugiere que hay un orden moral más profundo, algo que ni el mercado ni la lógica secular pueden eliminar.
Si seguimos la lógica de Iván Karamazov (y de Nietzsche):
Dios está muerto, no existe → Si Dios no existe → Todo está permitido.
Dostoyevsky tomó este razonamiento y lo volteó:
Pero ya que el ser humano siente culpa, tristeza, vacío → Entonces no todo está permitido → Si no todo está permitido → Entonces Dios existe, no está muerto.
El cómo imaginemos a ese Dios —ya sea de barba blanca, hablando español, árabe o en lenguaje de señas— es irrelevante para el argumento del autor ruso. Dostoyevsky sugirió que la intuición moral del ser humano persistiría incluso en un mundo secular. En el caso de Lily Phillips, la respuesta no radica en los discursos de empoderamiento ni en los argumentos económicos, sino en una verdad más antigua y esencial: no todo lo que es posible es moralmente aceptable. La naturaleza permite, y la humanidad prohíbe.
En un mundo donde “todo está permitido,” su historia nos recuerda que no todas las libertades conducen a la felicidad, y que incluso en la ausencia de Dios, su sombra moral —ese peso intuitivo de lo correcto e incorrecto— continúa influyendo sobre nosotros.
Un dilema interesante.
No logro distinguir por tu exposición si el acto de esta chica que mencionas es cuestionable moralmente por ser limite/extremo en si mismo o por una cuestión de exposición sexual extrema. Es decir, serían igualmente cuestionables muchos de los protagonistas de los Record Guiness que llevan su vida, salud e integridad al límite (indistintamente hombres como mujeres) en cuestionables hazañas y locuras (a partes iguales)?
Personalmente no considero diferentes la historia que nombras de la chica de 23 años y la de cualquier otra persona que se expone a actos exponenciados al limite y al absurdo, sin una finalidad real más allá del dinero, fama, prémio, reconocimiento, mención en un libro de absurdos...
No logro posicionarme en si este tipo de actos son muestra de la muerte de Dios (como profesan Dostoyevsky y Niestche) o de todo lo contrario.
En la novela (después llevada al cine) El Club de la Lucha, hay un pequeño dialogo del protagonista: "Ante todo debemos tener en cuenta la posibilidad de no caerle bien a Dios, con toda probabilidad el nos odie. (...) Somos hijos no deseados de Dios, ASÍ SEA.".
Con ello intenta hacer entender su comportamiento como rebeldía ante un "padre ausente", que no deja de ser en si mismo un acto para llamar la atención del mismo, si no puede ser por las buenas, será por las malas.
Hace unos dias leía otro ensayo, en esta red social, de "Delirios de locura" que rezaba así: "Me vuelve loca esta sed de validación, la persigo en cada esquina, como adicta. Extraño la academia, a los profesores que me la extendían sin esfuerzo. Las buenas hijas crecemos para convertirnos en buenas estudiantes, y famélicas lamemos validación del piso, de donde la encontremos.".
Con todo lo dicho, me decanto tal vez por explicar las hazañas y locuras de todas estas personas, como actos extremos en la busqueda de Dios (en cualquiera de sus formas concebidas por el ser humano), tanto desde la perfección para seguir como hijos buenos, o como desde la rebeldía ante el padre ausente, como hijos rebeldes.
Disculpa la extensión, no he sabido resumirlo más.
Gracias por tu reflexión.
Este caso no es un símbolo de libertad liberal, sino el reflejo brutal de una sociedad que ha confundido autodestrucción con empoderamiento. Que algo sea legal, consentido o rentable no lo convierte en moral. El sufrimiento de Lily no necesita explicaciones religiosas: basta con observar cómo el mercado, sin una brújula ética, convierte el cuerpo y la dignidad humana en productos. La libertad sin razón no es libertad, es autoexplotación.