El popular libro de Yuval Noah Harari, 'Sapiens', rastrea los orígenes, los mecanismos y los efectos de lo que consideramos "progreso humano" desde pequeños grupos de cazadores-recolectores hace 100.000 años hasta la red global actual a través de la cual ha llegado nuestra especie a dominar toda la tierra.
Analicemos los principales puntos de este libro que se divide en 4 partes:
Parte 1: El Homo Sapiens y La Revolución Cognitiva
Harari nos dice desde el principio del libro que una de las cosas más importantes a tener en cuenta acerca de nuestros ancestros humanos prehistóricos es que eran relativamente insignificantes. De hecho, los humanos prehistóricos no tuvieron más impacto en su entorno que las medusas o los gorilas.
Hay que recordar que no éramos los únicos humanos. Nosotros (cuando digamos nosotros en este resumen nos referimos a los sapiens) llegamos a convivir con otras razas de seres humanos, como los neandertales y los denisovanos. Estas razas no sólo eran muy diferentes a nosotros en su código genético y rasgos físicos, sino también en sus habilidades cognitivas y sociales. Pero convivíamos y competíamos entre nosotros, de hecho hay evidencia que demuestra que en raras ocasiones, un sapiens y un neandertal producían una descendencia fértil. Es inquietante, y tal vez emocionante, pensar que los Sapiens pudimos en algún momento tener relaciones sexuales con un animal de una especie diferente y tener hijos juntos.
Pero permanecíamos todos los humanos en algún punto intermedio de la cadena alimenticia como depredador y presa, sin dominio ni ventaja significativa sobre otros animales. Entonces, ¿cómo llegamos al tope de la cadena alimenticia?
La Revolución Cognitiva
Aunque el sapiens no ha evolucionado biológicamente durante 100.000 años, hace unos 70.000 años comenzó un proceso radical de revolución social: la Revolución Cognitiva.
Con la ayuda del desarrollo de cerebros grandes, un período muy largo de socialización para los jóvenes y un sistema lingüístico complejo capaz de una gama infinita de expresiones, los sapiens, empezamos a hablar abstractamente, y esto fue una gran ventaja. Imagínese lo difícil que hubiera sido crear estados, iglesias o sistemas legales si pudiéramos hablar sólo de cosas que realmente existen, como ríos, árboles y leones.
Este conjunto de historias compartidas, mitos, y creencias que nos inventamos nos ayudaron a organizarnos y cooperar de manera más eficaz y en mayor número. En una pelea de uno contra uno, un neandertal probablemente habría vencido a un sapiens. Pero en un conflicto de cientos, los neandertales no tenían ninguna posibilidad. Los neandertales podían compartir información sobre el paradero de los leones, pero probablemente no podían contar, ni revisar, historias sobre espíritus tribales. Sin la capacidad de componer ficción, los neandertales no podían cooperar eficazmente en grandes números, ni podían adaptar su comportamiento social a los desafíos que cambiaban rápidamente.
La razón por la cual teníamos esta ventaja fue probablemente la domesticación del fuego, mediante el cual los humanos podían hacer que los alimentos fueran mucho más rápidos de comer y digerir, así como también más seguros (y también manipular el entorno físico en su beneficio de una manera que ningún otro animal pudo). Debido a que el sapiens podía ingerir y digerir más alimentos más rápidamente, su cerebro pudo crecer aún más.
La Revolución Cognitiva ayudó a los sapiens a cooperar en cantidades cada vez mayores y compartir información vital dentro de sus propias bandas y con bandas cercanas, formando tribus sueltas. También permitió una rápida innovación en el comportamiento social, así como la invención y difusión de la tecnología; el primero de ellos fueron arcos y flechas, lámparas de aceite, botes y agujas de coser para confeccionar ropa abrigada que les permitió penetrar en ambientes más fríos.
La combinación de todas estas cosas nos ayudó a extendernos rápidamente por el continente euroasiático, y eliminar por completo a las otras razas humanas.
Parte 2: La Revolución Agrícola
Hace unos 10.000 años, comenzamos a manipular las plantas (o como argumentará el libro más adelante, las plantas nos manipularon a nosotros), y a trabajar las tierras para desarrollar plantas específicas como el trigo. La ventaja de esto, supuestamente, era poder alimentar a un mayor número de personas y ganar seguridad alimentaria al controlar, concentrar y almacenar la fuente de alimento. Pero, en verdad la vida humana empeoró como podemos ver en los siguientes datos:
El cultivo de granos nos dio más horas de trabajo y una dieta menos variada que no se adaptaba a nuestro cuerpo. Así que nos creamos más tiempo para trabajar y no para vivir
Los asentamientos agrícolas concentrados también dieron lugar a enfermedades infecciosas entre los sapiens, cuyas dietas menos variadas significaban sistemas inmunológicos más débiles
Hubo un aumento en la violencia humana al estar compitiendo por la tierra cultivable y tener que proteger los almacenes de granos
Las tasas de mortalidad infantil se dispararon con la propagación de enfermedades infantiles y una mayor frecuencia de nacimientos
Los niños pequeños comieron cada vez más cereales en lugar de leche materna a temprana edad, lo que debilitó su sistema inmunológico
En otras palabras, el aprender a manipular las tierras y los granos fue una “trampa de lujo." Desde un punto de vista evolutivo, la Revolución Agrícola fue un éxito en el sentido de que dio como resultado tasas de natalidad mas altas, pero desde el punto de vista de la calidad de vida individual, fue un desastre.
Construyendo Pirámides
Las creencias imaginarias dictan gran parte de lo que creemos y dirigen lo que hacemos. Dentro de estas creencias creamos pirámides o jerarquías sociales que nos apuntan a un específico tipo de comportamiento. Examinemos dos de los mitos más conocidos de la historia humana:
El Código de Hammurabi, que sirvió como manual de cooperación para cientos de miles en Babilonia
La Declaración de Independencia de los Estados Unidos, que hoy en día todavía sirve como manual de cooperación para cientos de millones de estadounidenses.
Según el código, las personas se dividen en dos géneros y tres clases: personas superiores, plebeyos y esclavos. Los miembros de cada género y clase tienen valores diferentes. La vida de una plebeya vale 30 siclos de plata y la de una esclava 20 siclos de plata, mientras que el ojo de un superior vale 60 siclos de plata. El código también establece una estricta jerarquía dentro de las familias, según la cual los hijos no son personas independientes, sino propiedad de sus padres.
Tanto Hammurabi como los Padres Fundadores estadounidenses imaginaron una realidad regida por principios de justicia universales e inmutables, como la igualdad o la jerarquía. Sin embargo, el único lugar donde existen tales principios universales es en la imaginación fértil de Sapiens, y en los mitos que inventan y cuentan unos a otros. Estos principios no tienen validez objetiva.
De acuerdo con la ciencia de la biología, las personas no fueron 'creadas'. Han evolucionado. Y ciertamente no evolucionaron para ser 'iguales'. La idea de igualdad está inextricablemente entrelazada con la idea de creación. Los estadounidenses obtuvieron la idea de la igualdad de parte del cristianismo, que sostiene que cada persona tiene un alma creada por Dios y que todas las almas son iguales ante Dios. Sin embargo, si no creemos en los mitos cristianos sobre Dios, la creación y las almas, ¿qué significa que todas las personas son “iguales”? La evolución se basa en la diferencia, no en la igualdad. Cada persona porta un código genético algo diferente y está expuesta desde su nacimiento a diferentes influencias ambientales. Esto conduce al desarrollo de diferentes cualidades que conllevan diferentes posibilidades de supervivencia. Por lo tanto, la frase de la declaración de la independencia 'creados iguales' debería traducirse por 'evolucionados de manera diferente'.
La falta de entendimiento sobre este concepto suele ser catastrófico, y lo podemos ver en toda revolución. Normalmente un nuevo movimiento, orden político, etc., vende la idea de eliminar el sistema actual, pero en verdad sólo logran reemplazarlo. Para desmantelar Peugeot, por ejemplo, necesitamos imaginar algo más poderoso, como el sistema legal francés. Para desmantelar el sistema legal francés necesitamos imaginar algo aún más poderoso, como el estado francés. Y si queremos desmantelar eso, tendremos que imaginar algo aún más poderoso. No hay salida del orden imaginado. Cuando derribamos los muros de nuestra prisión y corremos hacia la libertad, de hecho estamos corriendo hacia una prisión más grande.
Cómo dijo Voltaire, “Dios no existe, pero no le digas eso a mi sirviente, no vaya a ser que me asesine en la noche”.
La Escritura y La Sobrecarga de Memoria
El cerebro humano es muy bueno para recordar, recuperar y conectar información biológica y social, pero esto se hace más difícil cuando grandes grupos de personas necesitan recordar información relacionada con el comercio y la propiedad.
El propósito inicial de escribir era registrar números que nuestro cerebro no podía manejar de manera eficiente. Los primeros métodos de mantenimiento de registros no implicaban escribir en absoluto; los antiguos incas usaban un sistema de nudos y cuerdas de colores para registrar palabras y números. En algún momento antes del siglo IX d.C., los árabes adaptaron de los hindúes una escritura parcial de los dígitos del 0 al 9. Esta escritura parcial sigue en uso hoy en día como el idioma más predominante que abarca campos completos del conocimiento, como la ingeniería, la física y la inteligencia artificial.
No hay Justicia en la Historia
Las jerarquías sociales y las desigualdades basadas en razas o sistemas de castas son inventos humanos y, a menudo, hay poca evidencia de cómo surgieron. Pero existen en todas las culturas por ejemplo:
Los hindúes se adhieren al sistema de castas y creen que las fuerzas cósmicas han hecho que una casta sea superior a otra.
La esclavitud iniciada en África y después maximizada por los europeos
En la China comunista se promulgó la política del “hijo único”, muchas familias chinas seguían considerando el nacimiento de una niña como una desgracia. En ocasiones, los padres abandonaban o asesinaban a las niñas recién nacidas para tener otra oportunidad de tener un niño.
Y de este punto es que llegamos a la forma de desigualdad y jerarquía más frecuente: la de género. La superioridad social de los hombres sobre las mujeres es casi universal. No está claro por qué los hombres son más valorados, aunque hay tres teorías en juego:
La fuerza muscular, o la idea de que los hombres han confiado en su fuerza física superior para obligar a las mujeres a someterse
La agresión masculina, que teoriza que los hombres se involucran más fácilmente en la violencia y así mantienen su dominio
Los genes patriarcales, que apunta a las diferentes estrategias de supervivencia y reproducción que han desarrollado machos y hembras y sugiere que los genes masculinos que sobrevivieron pertenecían a los hombres más agresivos y competitivos.
Dado que el patriarcado es tan universal, no puede ser el producto de un círculo vicioso iniciado por un hecho fortuito. Es particularmente notable que incluso antes de 1492, la mayoría de las sociedades tanto en América como en África y Asia eran patriarcales, a pesar de que habían estado fuera de contacto durante miles de años. Si el patriarcado en Afro-Asia resultó de algún hecho fortuito, ¿por qué los aztecas e incas eran patriarcales? Es mucho más probable que aunque la definición precisa de 'hombre' y 'mujer' varía entre culturas, hay alguna razón biológica universal por la que casi todas las culturas valoran la masculinidad sobre la feminidad. No sabemos cuál es esta razón. Hay muchas teorías, ninguna de ellas convincente.
Otras desigualdades basadas en el género, como la homosexualidad, también son de fabricación humana. Si un comportamiento es biológicamente posible, entonces es natural; nuestra concepción de los comportamientos como “naturales” o “antinaturales” proviene de la teología y no es biológicamente sólida. La naturaleza permite, la sociedad limita.
Parte 3: La Unificación de la humanidad
A medida que la población creció y las sociedades se fusionaron y se hicieron más grandes, el orden imaginado se volvió más claro y estructurado. Los ciudadanos empezaron a ser adoctrinados casi desde su nacimiento para pensar de cierta manera y comportarse de acuerdo con estándares aceptables basados en las reglas y regulaciones de la sociedad en la que nacen. Estos estándares ayudan a los extraños en la sociedad a entenderse, a predecir el comportamiento y a trabajar juntos en cooperación.
La historia nos muestra que el planeta se está moviendo hacia una sola cultura. Cualquier división o separación cómo la división del cristianismo y el colapso del Imperio mongol, o de la Unión Soviética son simples obstáculos en la autopista de la unificación de la raza.
Uno de los ejemplos más interesantes de esta globalización es la cocina 'étnica'. En un restaurante italiano esperamos encontrar espaguetis en salsa de tomate; en los restaurantes polacos e irlandeses muchas papas; en un restaurante argentino podemos elegir entre decenas de tipos de bistecs; en un restaurante indio, los chiles picantes se incorporan a casi todo; y lo más destacado en cualquier café suizo es el chocolate caliente con crema batida. Pero ninguno de estos alimentos es originario de esas naciones. Los tomates, los chiles y el cacao son todos de origen mexicano; llegaron a Europa y Asia sólo después de que los españoles conquistaron México. Julio César y Dante Alighieri nunca hicieron girar espaguetis empapados de tomate en sus tenedores (incluso los tenedores aún no se habían inventado), Guillermo Tell nunca probó el chocolate y Buda nunca condimentó su comida con chile. Las papas llegaron a Polonia e Irlanda hace no más de 400 años. El único bistec que se podía conseguir en Argentina en 1492 era de llama.
El Olor del Dinero
El concepto del dinero se desarrolló a medida que las sociedades se hacían más grandes y complejas. Lo interesante es que sin importar las situaciones en la que nos encontremos siempre inventamos algún tipo de moneda. Un sobreviviente de Auschwitz describió la moneda que se usaba en el campo: “Teníamos nuestra propia moneda, cuyo valor nadie cuestionaba: el cigarrillo. El precio de cada artículo se expresaba en cigarrillos… Una hogaza de pan costaba 12 cigarrillos; un paquete de 10 onzas de margarina, 30; un reloj, 80 a 200; una botella de alcohol de 0,25 galones, ¡400 cigarrillos!”
El dinero para usar como moneda es una idea puramente intelectual, y este dinero tiene muy poco valor real en sí mismo, si es que tiene alguno. Si bien históricamente el dinero existió en forma de conchas, cuentas o monedas de oro y plata, hoy en día la mayor parte del dinero son solo datos electrónicos y no tienen ninguna realidad física. Tiene valor sólo porque creemos que tiene valor, y confiamos en que todos los demás creen que tiene valor. Queremos dinero porque todos los demás quieren dinero.
La clave por la que esto funciona es la red de confianza humana. Los cristianos y los musulmanes no pueden ponerse de acuerdo sobre las creencias religiosas, no obstante, pueden estar acuerdo sobre una creencia monetaria, porque mientras que la religión nos pide que creamos en algo, el dinero nos pide que creamos que otras personas creen en algo.
Los Imperios y Sus Visiones
Durante los últimos 2.500 años, la forma más común de gobierno político ha sido el imperio. Los imperios han ido y venido generalmente no en base a levantamientos de ciudadanos reprimidos sino a causa de cismas en la clase dominante o de invasores externos.
Los imperios difunden la cultura, y la mayor parte de lo que defendemos como nuestro patrimonio cultural fue en realidad impuesto forzadamente a nuestros antepasados por un imperio conquistador, por ejemplo:
Hoy en día, la mayoría de nosotros hablamos, pensamos y soñamos en lenguas imperiales que fueron impuestas a nuestros antepasados por la espada
Independientemente de sus orígenes, casi todos los habitantes del continente americano, se comunican en uno de los cuatro idiomas imperiales: español, portugués, francés o inglés.
La mayoría de los asiáticos orientales hablan y sueñan en el idioma del Imperio Han.
Los egipcios actuales hablan árabe, se consideran árabes y se identifican de todo corazón con el Imperio árabe que conquistó Egipto en el siglo VII y aplastó con puño de hierro las repetidas revueltas que estallaron contra su dominio.
Unos 10 millones de zulúes en Sudáfrica se remontan a la época de gloria zulú del siglo XIX, aunque la mayoría desciende de tribus que lucharon contra el imperio zulú y se incorporaron a él sólo a través de sangrientas campañas militares.
Esta herencia es una mezcla del arte, la historia y los sistemas políticos de los conquistados con los conquistadores para convertirse en una nueva cultura. A medida que el mundo avanza inexorablemente hacia un imperio global, las complejidades como el calentamiento global y los derechos humanos se convierten en preocupaciones del imperio colectivo, y no de países individuales.
Lo curioso es que siempre estamos seguros que hay que enseñarle a los demás los beneficios del imperio en el que creemos. Las élites imperiales se creen que están trabajando por el bienestar general de todos los habitantes del imperio, y muchos seguidores se creen el cuento. Algunos ejemplos a través de la historia:
La clase dominante de China trató a los vecinos de su país y a sus súbditos extranjeros como bárbaros miserables a quienes el imperio debía darle los beneficios de su cultura.
Los romanos justificaron su dominio argumentando que estaban regalando a los pueblos bárbaros paz, justicia y refinamiento. Los germanos salvajes habían vivido en la miseria y la ignorancia hasta que los romanos los domesticaron con la ley, los limpiaron en baños públicos y los mejoraron con la filosofía.
El Imperio Maurya en el siglo III a.C. tomó como misión la difusión de las enseñanzas de Buda a un mundo ignorante.
Los califas musulmanes recibieron un mandato divino para difundir la revelación del Profeta, pacíficamente si era posible pero por la espada si era necesario.
Los imperios español y portugués proclamaron que no eran riquezas lo que buscaban en las Indias y América, sino conversos a la verdadera fe.
La misión británica de difundir los evangelios gemelos del liberalismo y el libre comercio.
Los soviéticos se sintieron obligados a facilitar la inexorable marcha histórica del capitalismo hacia la dictadura utópica del proletariado.
Muchos estadounidenses hoy en día sostienen que su gobierno tiene el imperativo moral de llevar a los países del Tercer Mundo los beneficios de la democracia y los derechos humanos, incluso si estos bienes son entregados por misiles de crucero y F-16.
La Revolución Religiosa
Después del dinero y el imperio, la religión es el tercer gran unificador de la raza humana. Las primeras religiones eran politeístas, lo que significa que se caracterizaban por la aceptación de múltiples creencias (esto ha sido el status quo a través de la historia, pero esto es visto de mala manera hoy en día). Las religiones modernas son generalmente monoteístas, aunque conservan aspectos politeístas con la aceptación de santos patronos como suplentes a los que se puede apelar en la oración. La principal contradicción del monoteísmo es el problema del mal y el sufrimiento en presencia de un Dios omnipotente, bueno y amoroso.
Otras religiones, el budismo, por ejemplo, adoptan un enfoque diferente y tratan de calmar la mente y aliviar el sufrimiento descartando el anhelo, que se considera la fuente del sufrimiento. Las religiones de “ley natural”, más comúnmente denominadas ideologías e incluyen el capitalismo, el comunismo, el nazismo y el liberalismo, son, al igual que la interpretación tradicional de la religión, también sistemas de normas humanas. Los últimos 200 años de ciencia han revelado que estamos sujetos a nuestro comportamiento según lo revelan las hormonas y los genes, y esto no está de acuerdo con el concepto religioso del libre albedrío.
En conclusión, la religión juega un papel importante en estas posturas de superioridad moral que los miembros se ven obligados a observar y hacer proselitismo a los demás. Como las religiones y las culturas son mutables, avanzamos cada vez más hacia una cultura global con problemas colectivos y problemas que deben resolverse globalmente para crear éxito y prosperidad para todos.
Parte 4: La Revolución Científica
Desde que comenzó la revolución científica en Europa hace 500 años, el crecimiento y el cambio no han tenido paralelo. Los avances sin precedentes en la investigación científica, con sus suposiciones de la ignorancia humana, es decir, la suposición de que no sabemos todo, y que lo que creemos que sabemos se puede demostrar que es incorrecto, se han producido porque la ciencia finalmente asumió que hay que buscar respuestas a las cosas importantes, mientras que previamente en nuestra historia las tradiciones religiosas de conocimiento, suponían que lo importante ya se sabía.
Desde este entonces ha habido más progreso científico y más conocimientos acumulados que en cualquier cultura anterior. La cultura moderna ensambla sus teorías y conocimientos utilizando el lenguaje de las matemáticas y las estadísticas, mientras que anteriormente el conocimiento se había transferido y transmitido de generación en generación en relatos y textos religiosos. Este conocimiento se puede compartir y cada generación de estudiantes se beneficia del conocimiento compilado que ya está disponible.
El conocimiento ahora se usa en una búsqueda no solo de la verdad, sino también de la utilidad. Cuanto más útil sea el poder del conocimiento, mejor será la ciencia. Esto es evidente en cómo la carrera armamentista militar impulsó el descubrimiento científico. Los intereses económicos, políticos y religiosos, no estrictamente la búsqueda del conocimiento, guían el flujo de dinero que financia la investigación científica y tecnológica.
El Matrimonio Entre La Ciencia y El Imperio
La producción de la ciencia y lo que se hace con los resultados de la investigación depende en gran medida de las realidades económicas y los intereses capitalistas. Los pequeños países europeos que tenían una ideología de exploración y búsqueda del conocimiento fueron los que descubrieron, conquistaron y formaron imperios mundiales que aún tienen influencia mundial, a pesar de que los chinos, los indios y los del Medio Oriente tenían una tecnología equivalente al comienzo de la Revolución Científica.
A los chinos y los persas no les faltaron inventos tecnológicos como las máquinas de vapor, sino que carecían de los valores, los mitos, el aparato judicial y las estructuras sociopolíticas que tardaron siglos en formarse y madurar en Occidente y que no pudieron copiarse e internalizar rápidamente.
Esto no significa que los europeos tengan un gen único para la ciencia, o que dominarán para siempre el estudio de la física y la biología. Así como el Islam comenzó como un monopolio árabe pero luego fue absorbido por turcos y persas, la ciencia moderna comenzó como una especialidad europea, pero hoy se está convirtiendo en una empresa multiétnica.
Los Imperios Europeos Se Hizo Preguntas, Buscaban Descubrir
El imperialismo europeo fue completamente distinto a todos los demás proyectos imperiales de la historia. Los buscadores anteriores del imperio tendían a asumir que ya entendían el mundo, por ende la conquista simplemente existía para difundir su visión del mundo. Los árabes, por citar un ejemplo, no conquistaron Egipto, España o la India para descubrir algo que desconocían. Los romanos, mongoles y aztecas conquistaron con voracidad nuevas tierras en busca de poder y riqueza, no de conocimiento. En contraste, los imperialistas europeos partieron hacia costas lejanas con la esperanza de obtener nuevos conocimientos junto con nuevos territorios (cabe destacar que sí asumieron creencias religiosas).
En 1831, la Royal Navy envió el barco HMS Beagle para cartografiar las costas de América del Sur, las Islas Malvinas y las Islas Galápagos. La armada necesitaba este conocimiento para reforzar el control imperial de Gran Bretaña sobre América del Sur. El capitán del barco, que era un científico aficionado, decidió agregar un geólogo a la expedición para estudiar las formaciones geológicas que pudieran encontrar en el camino. Después de que varios geólogos profesionales rechazaran la invitación, el capitán le ofreció el trabajo a un graduado de Cambridge de 22 años, Charles Darwin. Lo demás fue historia.
Los recursos que envió Zheng He desde China a África Oriental en la década de 1420 pudieron haber sido suficientes para llegar a América, pero los chinos simplemente no estaban interesados. El primer mapa del mundo chino que mostró América no se publicó hasta 1602, y fue hecho por un misionero europeo. Sólo en el siglo XX las culturas no europeas adoptaron una visión verdaderamente global. Este fue uno de los factores cruciales que llevaron al colapso de la hegemonía europea.
Para los europeos, construir un imperio era un proyecto científico, mientras que establecer una disciplina científica era un proyecto imperial.
Pero también hicieron daño
Pero la ciencia también fue utilizada por los imperialistas para fines más siniestros. Biólogos, antropólogos e incluso lingüistas proporcionaron pruebas científicas de que los europeos son superiores a todas las demás razas y, en consecuencia, tienen el derecho (si no el deber) de gobernarlas.
Después de que William Jones argumentara que todas las lenguas indoeuropeas descienden de una sola lengua antigua, muchos eruditos estaban ansiosos por descubrir quiénes habían sido los hablantes de esa lengua. Se dieron cuenta de que los primeros hablantes de sánscrito, que habían invadido la India desde Asia Central hace más de 3.000 años, se llamaban a sí mismos Arya. Los hablantes de la lengua persa más antigua se llamaban a sí mismos Airiia. En consecuencia, los eruditos europeos conjeturaron que las personas que hablaban el idioma primordial que dio origen tanto al sánscrito como al persa (así como al griego, latín, gótico y celta) debían haberse llamado a sí mismos arios.
Académicos británicos, franceses y alemanes unieron la teoría lingüística sobre los industriosos arios con la teoría de la selección natural de Darwin y postularon que los arios no eran solo un grupo lingüístico, sino una entidad biológica: una raza. De aquí el movimiento Nazi.
El Credo Capitalista
El principio principal del capitalismo es que se necesita crecimiento económico para asegurar la libertad, la felicidad y la justicia, y con la justicia, la felicidad y la libertad viene el crecimiento económico. Es otra religión, y es la principal del mundo de hoy.
El capitalismo se llama 'capitalismo'. El capitalismo distingue el "capital" de la mera "riqueza". El capital consiste en dinero, bienes y recursos que se invierten en la producción. La riqueza, por el contrario, se entierra bajo tierra o se desperdicia en actividades improductivas. Un faraón que vuelca recursos en una pirámide improductiva no es capitalista. Un pirata que saquea una flota del tesoro española y entierra un cofre lleno de monedas brillantes en la playa de alguna isla del Caribe no es un capitalista. Pero un trabajador obrero que reinvierte parte de sus ingresos en la bolsa de valores sí lo es.
Los primeros capitalistas británicos estaban más dispuestos a invertir su dinero en operaciones arriesgadas en el extranjero. Habían visto que si un deudor extranjero se negaba a pagar los préstamos, el ejército de Su Majestad recuperaría su dinero. Es por eso que hoy en día la calificación crediticia de un país es mucho más importante para su bienestar económico que sus recursos naturales. Las calificaciones crediticias indican la probabilidad de que un país pague sus deudas. Además de datos puramente económicos, tienen en cuenta factores políticos, sociales e incluso culturales. Un país rico en petróleo maldecido con un gobierno despótico, guerras endémicas y un sistema judicial corrupto generalmente recibirá una calificación crediticia baja (Venezuela un perfecto ejemplo).
El capitalismo tiene dos respuestas a sus críticas nos dice el autor: Primero, el capitalismo ha creado un mundo que nadie más que un capitalista es capaz de dirigir. El único intento serio de manejar el mundo de manera diferente, el comunismo, fue mucho peor en casi todas las formas imaginables que nadie tiene el estómago para intentarlo de nuevo. En el 8.500 AC. uno podía derramar lágrimas amargas por la Revolución Agrícola, pero era demasiado tarde para abandonar la agricultura. Del mismo modo, puede que no nos guste el capitalismo, pero no podemos vivir sin él.
Adicionalmente, la mayoría de los sistemas éticos anteriores presentaban a las personas con un trato bastante difícil. Se les prometió el paraíso, pero sólo si cultivaban la compasión y la tolerancia, superaban el anhelo y la ira, y refrenaban sus intereses egoístas. Esto fue demasiado difícil para la mayoría. La historia de la ética es una triste historia de maravillosos ideales que nadie puede cumplir. La mayoría de los cristianos no imitaron a Cristo, la mayoría de los budistas no siguieron a Buda y la mayoría de los confucianos le habrían causado una rabieta a Confucio. Por el contrario, la mayoría de la gente vive hoy con éxito de acuerdo con el ideal capitalista-consumista. La nueva ética promete el paraíso a condición de que los ricos sigan siendo codiciosos y dediquen su tiempo a ganar más dinero, y que las masas den rienda suelta a sus ansias y pasiones, y compren más y más. Esta es la primera religión en la historia cuyos seguidores realmente hacen lo que se les pide que hagan.
Una Revolución Permanente
El estado y el mercado se han acercaron a la gente con una oferta que no se puede rechazar. ‘Conviértanse en individuos’, dijeron. “Cásate con quien quieras, sin pedir permiso a tus padres. Acepten cualquier trabajo que les convenga, incluso si los ancianos de la comunidad fruncen el ceño. Vive donde quieras, aunque no puedas ir todas las semanas a la cena familiar. Ya no dependes de tu familia ni de tu comunidad. Nosotros, el estado y el mercado, nos ocuparemos de usted. Proporcionaremos alimento, vivienda, educación, salud, bienestar y empleo. Proporcionaremos pensiones, seguros y protección.”
La literatura romántica a menudo presenta al individuo como alguien atrapado en una lucha contra el estado y el mercado. Nada más lejos de la verdad . El Estado y el mercado son la madre y el padre del individuo, y el individuo sólo puede sobrevivir gracias a ellos. El mercado nos da trabajo, seguro y pensión. Si queremos estudiar una profesión, las escuelas del gobierno están para enseñarnos. Si queremos abrir un negocio, el banco nos presta dinero. Si queremos construir una casa, la construye una empresa constructora y el banco nos da una hipoteca, en algunos casos subvencionada o asegurada por el Estado.
Adicionalmente, más personas mueren cada año por accidentes y suicidios que por guerras y crímenes violentos. La mayoría de las personas en el mundo de hoy viven en relativa paz y seguridad, libres de la amenaza de guerra. Si bien persisten las guerras civiles y las escaramuzas, la guerra internacional total se ha vuelto costosa y los beneficios económicos se han reducido, prefiriendo en su lugar el lucrativo comercio internacional. La proliferación del armamento nuclear hace que la guerra a gran escala sea un suicidio colectivo y por lo tanto de poca utilidad. Hoy los países se guían por la necesidad de crear riqueza y obtener recursos para satisfacer las necesidades de su población.
El final del homo sapiens
Durante 4.000 millones de años, la vida en la Tierra se ha desarrollado y cambiado de acuerdo con los impulsos de la evolución. Este proceso ha cambiado a medida que los humanos han comenzado no solo a evolucionar sino a cambiar bajo la dirección del diseño inteligente, no el diseño de un creador, sino el diseño de la propia creación humana. Muchos de los humanos que están aquí hoy, transmitiendo sus genes, no son los que habrían sido seleccionados naturalmente.
La ingeniería genética y los avances en medicina personalizada están rompiendo las leyes de la selección natural. Estos avances pronto nos permitirán programar necesidades y deseos. La próxima etapa en la historia humana estará marcada no solo por los cambios tecnológicos sino también por las adaptaciones a la identidad humana. Estos cambios nos harán cuestionar el significado mismo de la palabra “humano”. Superar la selección natural tiene el potencial de convertir a los humanos en dioses, dioses que son infelices y no saben lo que quieren. Los homo sapiens estamos en un momento de la historia en el que debemos preguntarnos en qué queremos convertirnos y qué legado queremos dejar, ya que nuestras contribuciones hasta este momento no han sido inspiradoras.