¿Por qué La Alemania Nazi estuvo tan obsesionada con las drogas?
La cultura de "doparse" ya pertenecía a la fábrica de la sociedad Alemana antes de la llegada de Adolf Hitler
En el episodio 109 del podcast, presenté un resumen del libro "El Gran Delirio: Hitler, Drogas y el III Reich". Esta obra ilumina un fenómeno conocido pero quizás subestimado en su importancia: la obsesión por el consumo de drogas durante la expansión de la Alemania Nazi por Europa durante la Segunda Guerra Mundial. En el episodio, discuto el uso de metanfetaminas por parte de los soldados del régimen, así como las inyecciones de heroína y cocaína de Adolf Hitler. Sin embargo, quiero en esta pieza adentrarnos no en el impacto de estas sustancias, sino en otras preguntas: ¿Cómo comenzó todo esto? ¿Cómo esta sociedad se convirtió tan adicta a estas sustancias? ¿Fue Hitler el culpable de estas adicciones, o era un fenómeno ya existente en Alemania?
La raíz del asunto se encuentra en los tumultuosos eventos que siguieron a la Primera Guerra Mundial. Alemania, sumida en una profunda crisis económica y social tras la derrota y la firma del Tratado de Versalles, perdió no solo su orgullo nacional, sino también gran parte de sus colonias. Mientras países como Francia y Gran Bretaña eran capaces de importar estimulantes naturales como café, té, vainilla y pimienta, desde América, África y Asia, Alemania se vio obligada a producir estimulantes internamente, lo que llevó al auge de la aún importante industria farmacéutica alemana.
Empresas como Merck y Bayer popularizaron sustancias como la morfina y la heroína, ambas legalmente recetadas por médicos, incluso para ayudar a los bebés a conciliar el sueño. El abuso de estas nuevas sustancias era evidente en todos los estratos sociales, aunque aún no se comprendían completamente sus efectos dañinos.
Crisis económica = crisis de valores
El libro sostiene que en momentos de crisis catastrófica, los valores y la cohesión social se desmoronan por completo. La hiperinflación y la crisis económica que azotaron a Alemania después de la Primera Guerra Mundial intensificaron aún más el consumo de drogas. La sociedad alemana se vio enfrentada a una crisis de proporciones sin precedentes en la historia. La moneda alemana colapsó por completo, con un dólar estadounidense llegando a valer 4.200 millones de marcos. Esta crisis, combinada con una sociedad empobrecida y afectada por el abuso de sustancias, empeoró la situación aún más.
Con este quiebre social, los movimientos políticos surgieron promoviendo la purificación de la sociedad. Nazis, comunistas y grupos conservadores prometían limpiar las calles. El nazismo aprovechó la oportunidad para con su propaganda racista, relacionar a los judíos, con "veneno" y "enfermedad." Justificando así aún más su persecución y exterminio. Hitler fue presentado como un hombre limpio y puro, en contraste con la supuesta degeneración judía representada por las drogas.
La llegada de los Juegos Olímpicos de Berlín en 1936 marcó un punto de inflexión en la historia de las drogas en Alemania. La Benzendrina, una anfetamina importada de Estados Unidos, se convirtió en el estimulante preferido por atletas y ciudadanos por igual, lo que llevó al gobierno alemán a buscar una alternativa nacional. Así nació la Pervitin, una metanfetamina desarrollada por la empresa Temmler, que prometía aumentar la energía y la confianza de manera rápida y eficaz.
A medida que la guerra avanzaba y las tensiones aumentaban, el consumo de drogas se disparó, alimentando una cultura de dopaje que permeaba todos los aspectos de la sociedad, incluido el mismo partido Nazi, cuyos soldados estaban bajo la influencia del Pervitin, en parte fueron exitosos en sus campañas debido a que el Pervitín permitía a los soldados mantenerse despiertos y alerta durante largos períodos de tiempo, producía una sensación de euforia y bienestar, lo que podía aumentar la moral y la confianza de los soldados en sí mismos, podían concentrarse más fácilmente en sus tareas y mantener la atención en situaciones de alto estrés, reducía el hambre, lo que permitía a los soldados pasar largos períodos de tiempo sin comida.
La obsesión de la Alemania nazi con las drogas fue el resultado de la combinación de estos factores económicos, sociales y políticos. Las drogas sintéticas son peligrosas, y en las manos equivocadas aún más.