New York Times: mejores 100 Libros del Siglo XXI
Un poco de lo mismo y la famosa regla de Wittgenstein
La regla de Wittgenstein dice "A menos que tengas confianza en la fiabilidad de la regla, si utilizas una regla para medir una mesa, es posible que estés utilizando la mesa para medir la regla." Recuerden esto al final del artículo.
El New York Times ha revelado recientemente su lista de los mejores libros del siglo XXI, un esfuerzo que merece elogios por su intención de destacar las grandes obras literarias contemporáneas. En una era en la que la crítica tiende a superar la creación, es refrescante que se nos recuerde que todavía se publican libros que capturan la esencia y la profundidad de la condición humana.
No puedo opinar sobre los libros seleccionados con la misma autoridad que podría hacerlo respecto a la lista de los mejores libros del siglo XX, ya que he leído solo ocho de las obras mencionadas en esta nueva selección. Abordé la lista con una mente abierta, consciente de que, con demasiada frecuencia, somos rápidos en criticar la literatura moderna, sin considerar que enfrenta desafíos similares a los de la música y otros contenidos en la web actual: una distribución asimétrica que favorece a unas pocas obras en detrimento de muchas otras. Por ejemplo, se estima que el 99% de las ventas de libros proviene de menos del 1% de los autores. Esto significa que las creaciones artísticas más profundas, aquellas que históricamente consideraríamos como las mejores, a menudo se pierden en el ruido comercial. Al igual que la canción más escuchada en Spotify no necesariamente refleja la calidad de la música de su época, los bestsellers modernos no siempre representan lo mejor de la literatura contemporánea. En conclusión, es fácil e incorrecto determinar a la literatura moderna como inferior simplemente porque El Código Da Vinci es de los libros más vendidos de la época.
Así que no pretendo cuestionar la calidad de los autores y las obras seleccionadas en esta publicación, sino más bien ofrecer una crítica constructiva a los criterios utilizados por el New York Times para confeccionar esta lista.
Los errores conceptuales del New York Times
Comencemos abordando los errores más evidentes de esta lista antes de profundizar en lo que pienso que es el error más doloroso. En primer lugar, el momento de su publicación es extremadamente prematuro. Es evidente que los editores del New York Times han sido impulsados por el deseo de capitalizar el tráfico web que una lista tan atractiva como esta puede generar, junto con la inevitable polémica que suscita. No obstante, estamos apenas en el año 2024, lo que significa que, estadísticamente, el 76% de las mejores obras del siglo XXI aún no han sido publicadas. Sería como declarar en el año 1924, que la selección uruguaya de fútbol es el mejor equipo del siglo XX (que lo eran), sin embargo, vimos como la historia futbolística tomó un rumbo completamente distinto en la segunda mitad del siglo.
En segundo lugar, la definición de "mejor libro" es inherentemente subjetiva. La lista abarca una variedad de géneros literarios, lo que hace más subjetivo aún la comparación. Contrastar el arte de Chimamanda Adichie, cuya obra "Americanah" ocupa el puesto 27 en la lista, con el de Roberto Bolaño, ubicado en el puesto 6 con "2666", revela más sobre las propias preferencias de la audiencia lectora que sobre una medida objetiva de calidad. ¿Cómo se puede comparar un ensayo político con una novela romántica, o una ficción histórica con una obra poética?
Nota: Es curioso que ninguna poesía haya sido incluida en esta selección del New York Times.
Finalmente, la selección de quienes eligen los mejores libros siempre es motivo de debate. En este caso, el New York Times solicitó la opinión de 503 novelistas, escritores de no ficción, poetas, críticos y otros amantes de los libros. Entre los votantes figuran nombres destacados como Stephen King, Bonnie Garmus, Claudia Rankine, James Patterson, Karl Ove Knausgaard, la actriz Sarah Jessica Parker (por alguna razón) entre otros. Después de recolectar los top 10 de cada persona, según las propias palabras del periódico, se complementó la lista con "un poco de ayuda del personal del equipo de edición y reseñas de libros del New York Times". Es precisamente este proceso de selección lo que me lleva al principal error de esta lista.
El Occidentismo: Una Barrera Invisible en la Literatura Global
En el universo de la literatura, quizás más que en cualquier otra disciplina artística, nos enfrentamos a una batalla constante: la lucha por obtener la misma exposición global que la literatura producida en Occidente. Autores como la colombiana Piedad Bonnett, cuya obra es tan rica y profunda como la de muchos de los incluidos en la lista del New York Times, a menudo quedan relegados al margen, no porque carezcan de mérito, sino porque sus voces no resuenan con la misma fuerza en las esferas dominadas por el mundo occidental. Esta realidad no es nueva, pero el grado en que persiste sigue siendo sorprendente. Tomemos como ejemplo el premio la máxima autoridad de la literatua: el premio Nobel. Esta institución ha demostrado durante más de un siglo una tendencia similar. La mayoría de los galardonados por el Nobel han sido europeos, y hasta los autores suecos, del pequeño país que otorga el premio, han recibido más Nobeles (ocho) que todos los autores asiáticos y latinoamericanos (siete). Recordemos, Suecia tiene una población de unos 10.5 millones de personas, América Latina tiene una población de unos 659 millones de personas, y Asia es el continente más poblado, con más de 4.700 millones de personas. Si contamos el resto de los países nordicos y agregamos a África, les dejo este mapa para que vean la discrepancia visualmente:
Tuvo que latinoamerica tener un boom literario, y unirse a las ideas políticas aprobadas por los europeos para ganarnos 6 Nobeles. Desde ese entonces, no hemos ganado uno. La región ha sido prácticamente ignorada.
Anticipando esta parcialidad occidental, realicé un análisis rápido de la lista. Tomé las 100 obras seleccionadas, identifiqué a los autores, sus nacionalidades, y utilicé esta información para categorizar si el libro era una obra occidental o no. Los resultados fueron aún más sesgados de lo que esperaba. Solo 10 de las obras en la lista provienen de autores no occidentales. Incluso si incluimos a los autores latinoamericanos en la categoría de "occidentales" —una clasificación que ciertamente es debatible— este número apenas se eleva a 16. Sin embargo, considero que, en la mayoría de los casos, Occidente no nos reconoce completamente como parte de su identidad cultural, lo que significa que el 90% de las obras seleccionadas provienen del Occidente. Un 16.25% de la población mundial. Aún más alarmante es que el 59% de los libros en la lista son de autores estadounidenses, a pesar de que Estados Unidos representa menos del 5% de la población global.
La literatura global continúa siendo vista y evaluada a través de un prisma predominantemente occidental, lo que deja fuera muchas voces significativas y diversas que podrían enriquecer este arte.
La Regla de Wittgenstein me regala paz mental con esta lista
La regla de Wittgenstein es un concepto filosófico introducido por Nassim Nicholas Taleb en su libro "Engañados por el azar". La regla nuevamente dice: "A menos que tengas confianza en la fiabilidad de la regla, si utilizas una regla para medir una mesa, es posible que también estés utilizando la mesa para medir la regla".
¿Qué significa esto? Imagina que tenemos una mesa y ambos queremos medir su longitud. Voy a una tienda, compro una regla y, al medir la mesa, descubrimos que mide 90 cm. No es necesario que tú compres otra regla diferente para medir la mesa de nuevo y confirmar la medición, ya que confiamos tanto en el instrumento de medición, la regla, como en el objeto medido, la mesa, que es tangible, física, y fácilmente identificable. Sabemos con claridad dónde comienza y dónde termina. Pero ¿qué ocurre si nos alejamos del mundo geométrico y nos adentramos en el mundo de las ideas o del arte? En este ámbito, tú y yo tenemos "reglas" diferentes en nuestras mentes, y las "mesas" son mucho más difíciles de identificar. Como resultado, pueden surgir escenarios donde la medición en sí misma es defectuosa, lo que puede llevar a conclusiones potencialmente erróneas sobre lo que se está midiendo. Esto, a su vez, no nos enseña nada sobre la entidad medida, sino más bien sobre las reglas utilizadas por quienes hicieron la medición.
Tomemos el caso de Jorge Luis Borges. A pesar de ser ampliamente reconocido como un maestro literario, el renombrado autor argentino nunca recibió el Premio Nobel de Literatura. En este contexto, el Premio Nobel se convirtió en la "regla" utilizada para medir la calidad de Borges, quien sería la "mesa" en nuestra analogía. Al no otorgarle el premio la academia, no aprendimos nada sobre la calidad de Borges como autor; lo que realmente hemos descubierto es más sobre la calidad y los criterios del Nobel.
De manera similar, al analizar la lista del New York Times sobre los mejores libros del siglo XXI, no he adquirido un mayor conocimiento sobre los libros seleccionados. Lo que sí he aprendido es mucho sobre el New York Times.