Galileo Galilei: A Nadie Lo Perdonan
El triste final de uno de los grandes genios de la historia
Galileo Galilei, el renombrado científico italiano del siglo XVII, a quién le hice un resumen de su biografía en el episodio de esta semana del podcast, es una figura emblemática en la historia de la ciencia. Su trabajo revolucionó la forma en que entendemos el cosmos y desencadenó una lucha épica entre la razón y la autoridad religiosa.
El caso de Galileo es ampliamente reconocido: su invención del telescopio confirmó la teoría de Nicolás Copérnico de que la Tierra orbita alrededor del Sol, en lugar de lo contrario. Galileo se convirtió en un defensor ferviente de esta teoría del heliocentrismo, un concepto que desafiaba las creencias geocéntricas sostenidas por la Iglesia Católica en ese momento.
Sin embargo, sus ideas no fueron bien recibidas por la Iglesia. En 1616, la Iglesia Católica declaró que la teoría heliocéntrica era "formalmente herética". Aunque Galileo mantuvo su fe en la Iglesia, su trabajo científico lo llevó a un conflicto abierto con la autoridad religiosa.
El enfrentamiento con la Iglesia Católica
El enfrentamiento culminó en 1632 con la publicación de su obra "Diálogo sobre los dos máximos sistemas del mundo". Este libro presentaba un debate ficticio entre personajes que defendían tanto el modelo heliocéntrico como el geocéntrico. Aunque Galileo intentó presentar una discusión equilibrada, la Iglesia lo interpretó como un desafío a su autoridad.
Galileo fue llamado ante la Inquisición Romana en 1633 y, bajo la amenaza de tortura, se vio obligado a retractarse de sus creencias heliocéntricas. Fue condenado a prisión domiciliaria, donde pasó el resto de su vida.
Sin embargo, en medio de esta narrativa bien conocida, es importante destacar un aspecto a menudo pasado por alto: la profunda fe religiosa de Galileo y lo que esto implica en la relación sistema político y ciudadano “libre.”
No se puede tapar el sol con un dedo
La historia de Galileo me evoca el famoso poema de Martin Niemöller, un pastor y teólogo alemán que escribió estas reflexivas palabras durante la opresión nazi en su país:
"Primero vinieron por los socialistas y yo no hablé, porque no era socialista. Luego vinieron por los sindicalistas, y yo no hablé, porque no era sindicalista. Luego vinieron por los judíos y yo no hablé, porque no era judío. Luego vinieron por mí, y no quedó nadie que hablara por mí.”
Si bien es cierto que Niemöller no era un santo y sus creencias personales durante la guerra pueden ser cuestionables, el mensaje de su poema sigue siendo relevante. En el caso de Galileo, él estaba plenamente consciente de la existencia de la Inquisición, la corrupción en la Florencia medieval y la opresión ideológica de la Iglesia. Sin embargo, cuando llegó su turno de enfrentarse a la Iglesia, se encontró sin defensores.
No podemos culpar a Galileo por su inacción. No era un hombre político ni un revolucionario social, y no anticipó completamente las consecuencias de un sistema en el que él mismo creía hasta que fue demasiado tarde. Tampoco podemos regocijarnos por su sufrimiento. Es más bien un recordatorio de cómo los ciudadanos promedio, incluso alguien tan excepcional como Galileo, a menudo no comprenden plenamente las implicaciones de un sistema en el que creen hasta que se ven atrapados en él.
En palabras de Nassim Taleb, "si vas a entrar en pánico, entra en pánico temprano". Este principio nos recuerda la importancia de cuestionar y resistir los sistemas opresivos desde el principio, antes de que tengan la oportunidad de arraigarse profundamente en la sociedad.
Un ejemplo de este fenómeno quizás más moderno y personal para mí. No importa que tanto los Venezolanos que creían en Chavez lo apoyaron (muchos amigos míos), que tanto promovieron la propaganda política, se aprendieron las canciones revolucionarias, veían sus cadenas televisivas, al final toco también pagar la cuenta.