El Ego Es Tu Enemigo - Ryan Holiday
Estés donde estés, hagas lo que hagas, tu peor enemigo ya vive dentro de ti: tu ego.
Resumen del este gran libro basado en los pensamientos estoicos del autor Ryan Holiday, quien fue aprendiz de Brian Greene mientras escribía su famoso libro “48 reglas del poder”.
Intro
Tal vez siempre te has considerado una persona bastante equilibrada. Pero si tienes ambiciones, talentos, impulsos y potencial, el ego te va a distorsionar la realidad. Precisamente nuestro ego, que nos hace tan prometedores como pensadores, hacedores, creativos y emprendedores, nos hace vulnerables a este lado más oscuro de la psicología.
Definamos el ego
Esa necesidad de ser mejor que, más que, reconocido por, mucho más allá de cualquier utilidad razonable, eso es ego. Es una creencia poco saludable de nuestra propia importancia.
El problema es que ahora más que nunca, nuestra cultura aviva las llamas del ego. Nunca ha sido tan fácil envanecernos. Podemos presumir de nuestros objetivos ante millones de nuestros fanáticos y seguidores, cosas que solo las estrellas de rock y los líderes de culto solían tener.
Además de los cambios en la tecnología, se nos dice que tenemos que creer en lo especial o único que somos por encima de todo. Se nos dice que pensemos en grande, que vivamos en grande, que seamos memorables. Claro, el ego ha funcionado para algunos. Muchos de los hombres y mujeres más famosos de la historia eran notoriamente egoístas. Pero también lo fueron muchos de sus mayores fracasos.
La intención del libro es ayudarnos a ser:
Humildes en nuestras aspiraciones.
Gentiles en nuestro éxito
Resilientes en nuestros fracasos
Durante una generación, los padres y maestros se han centrado en desarrollar la autoestima de todos. A partir de ahí, las temáticas de nuestros gurús y figuras públicas han estado dirigidas casi exclusivamente a inspirarnos, alentarnos y asegurarnos que podemos hacer lo que nos propongamos. En realidad, esto nos hace débiles.
Se podría decir que la habilidad de evaluar la propia habilidad es la habilidad más importante de todas. Sin ella, la mejora es imposible. Y ciertamente el ego lo hace difícil en cada paso del camino. Debes practicar verte a ti mismo con un poco de distancia, cultivando la capacidad de salir de tu propia cabeza. El desapego es una especie de antídoto natural del ego.
Dejemos de hablar tanto
En su famosa campaña de 1934 para la gobernación de California, el autor y activista Upton Sinclair dio un paso inusual. Antes de las elecciones, publicó un libro breve titulado “Yo, gobernador de California y cómo acabé con la pobreza”, en el que describía, en tiempo pasado, las políticas brillantes que había promulgado como gobernador. . . el cargo que aún no había ganado.
Upton durante la campaña se dio cuenta de que sería derrotado, y parecía haber perdido todo interés en ella. ¿Por qué? porque en esa vívida imaginación suya, ya había cumplido el papel de "Yo, gobernador de California". . . Entonces, ¿por qué molestarse en representarlo en la vida real?
La visualización es buena, pero es una herramienta para la motivación, no es cumplir una meta en sí. ¿Qué es escaso, raro y valioso? El silencio. La capacidad de mantenerse deliberadamente fuera de la conversación y subsistir sin su validación. El silencio es el respiro de los confiados y los fuertes.
¿Hacer o ser?
Si lo que te importa es usted mismo, su reputación, su inclusión, su comodidad personal, su camino, entonces lo que tienes que hacer es claro: dígale a la gente lo que quiere escuchar. Busque atención, dígale que sí a las promociones y, en general, sigue el camino que toman las personas talentosas en la industria o el campo que has elegido. Pague sus cuotas, marque las casillas, dedique su tiempo y deje las cosas esencialmente como están. Persigue tu fama, tu salario, tu título, y disfrútalos como vienen.
Pero recuerde que “un hombre es trabajado por lo que trabaja”, dijo una vez Frederick Douglass. Él lo sabría, el fue esclavo, y vio lo que este efecto le causo a todos los involucrados, incluidos los propios dueños de esclavos. Una vez que Douglass fue un hombre libre, vio que las decisiones que tomaba la gente, sobre sus carreras y sus vidas, tenían el mismo efecto.
Ser un estudiante, la mejor manera de matar al ego
El poder de ser estudiante no es solo estar en un período prolongado de instrucción, sino que también pone el ego y la ambición en manos de otra persona. Se impone una especie de techo del ego: uno sabe que no es mejor que el "maestro" bajo el cual es aprendiz.
No nos gusta pensar que alguien es mejor que nosotros, pero al ser estudiantes no nos queda de otra.
El pionero de las artes marciales mixtas y campeón de varios títulos, Frank Shamrock, tiene un sistema en el que entrena a los luchadores al que llama “más, menos e igual.” Cada luchador, para volverse mejor, dijo, necesita tener a alguien mejor de quien pueda aprender, alguien menor a quien pueda enseñar y alguien igual a quien pueda desafiarse. El propósito de la fórmula de Shamrock es simple: obtener retroalimentación real y continua sobre lo que saben y lo que no saben desde todos los ángulos.
“Es imposible aprender lo que uno cree que ya sabe”, dijo Epicteto alguna vez.
La pasión esta sobrevalorada
Con la misma frecuencia, fallamos con, y no debido a la pasión.
Ejemplo reciente político: George W. Bush, Dick Cheney y Donald Rumsfeld estaban apasionados por Irak. Una guerra que fue un error geopolítico al cual todavía estamos sufriendo sus consecuencias. Otro ejemplo fue el aparato Segway: el inventor y los inversores del Segway creían que tenían una innovación que cambiaría el mundo en sus manos y pusieron todo su empeño en evangelizarla.
La pasión nubla tu visión de la realidad, y tu ego la hace peor.
Un joven jugador de baloncesto llamado Lewis Alcindor Jr., que ganó tres campeonatos nacionales en EEUU con John Wooden en UCLA, usó una palabra para describir el estilo de su famoso entrenador: “desapasionado”. Wooden no gastaba su tiempo con discursos rah-rah o motivacionales. Vio esas emociones adicionales como una carga. En cambio, su filosofía se trataba de tener el control, hacer tu trabajo y nunca ser "esclavo de la pasión". El jugador que aprendió esa lección de Wooden cambiaría más tarde su nombre por uno que recuerdas mejor: Kareem Abdul-Jabbar.
Uno puede imaginar que Napoleón rebosaba de pasión mientras contemplaba la invasión de Rusia, igualmente Hitler. La pasión típicamente enmascara una debilidad.
Lo que los humanos requieren en nuestro ascenso es propósito y realismo. El propósito, se podría decir, es como la pasión con límites. El realismo es desapego y perspectiva.
Se un anteambulo
Ilustremos la importancia de este punto con una historia del imperio romano: en aquella época los empresarios exitosos, los políticos o los playboys ricos le pagaban a varios escritores, pensadores, artistas e intérpretes para realizar sus distintos trabajos, pero al mismo tiempo también cumplían otros roles. Uno de esos roles era el de un “anteambulo”, que literalmente significa “el que despeja el camino”.
Un anteambulo caminaba enfrente de su patrón a cualquier lugar que iban en Roma, abriendo paso, comunicando mensajes y, en general, facilitando la vida del patrón. Suena insultante, pero ¿y si esto tiene sus beneficios?
El célebre epigramista Marcial desempeñó este papel durante muchos años, sirviendo durante un tiempo a las órdenes del mecenas Mela, un rico hombre de negocios y hermano del filósofo estoico y asesor político Séneca.
Aquí está el problema: como la mayoría de nosotros con nuestras pasantías y puestos de nivel de entrada (o más tarde, editores, jefes o clientes), Marcial odiaba absolutamente cada minuto de ser un anteambulo. El sentía que este sistema de alguna manera lo convertía en un esclavo.
En lugar de sentir dolor por un sistema así, ¿y si hubiera podido aceptarlo? ¿Y si hubiera podido apreciar las oportunidades que ofrecía? No. En su lugar, este sistema pareció devorarlo por dentro.
Es una actitud común que trasciende generaciones y sociedades. El genio enojado y despreciado se ve obligado a hacer cosas que no le gustan, por personas que no respeta, mientras se abre camino en el mundo. ¡Cómo se atreven a obligarme a arrastrarme así! ¡La injusticia! ¡La pérdida!
Hoy en día vemos niños más dispuestos a vivir en casa con sus padres que a someterse a algo para lo que están "sobrecualificados" para trabajar.
Vale la pena echar un vistazo a las supuestas indignidades de "servir" a otra persona. Porque, en realidad, el modelo de aprendiz no solo es responsable de algunas de las mejores obras de arte en la historia del mundo: todos, desde Miguel Ángel hasta Leonardo da Vinci y Benjamin Franklin, se han visto obligados a navegar por un sistema de este tipo, pero si vas a sea el gran problema que crees que vas a ser, ¿no es esto una imposición temporal bastante trivial?
Encuentra lienzos para que otras personas pinten. Se un anteambulo. Despeja el camino para las personas que están por encima de ti y eventualmente crearás un camino para ti.
Contrólate tu propio ego, hasta cuando es injusto
Jackie Robinson fue el primer negro en jugar en Las Grandes Ligas de los EEUU. Pero tuvo que mantener su ego minimizado para poder lograrlo. Cuando era adolescente, Jackie Robinson se juntaba con un pequeño grupo de amigos que regularmente se metían en problemas con la policía local. Con esta falta de disciplina el fue inscrito como oficial militar pero fue castigado en 1944 cuando no le hizo caso a un conductor de autobús que intentó obligarlo a sentarse en la parte de atrás por ser negro.
Cuando el dueño de los Brooklyn Dodgers fue a elegir al primer jugador negro, el pudo haber elegido a muchos más talentosos que Robinson, pero necesitaba uno que no permitiera que su ego le impidiera ver el panorama general.
Robinson, tuvo que aguantar insultos, y muchos. En su carrera, fue golpeado por más de 72 lanzamientos, innumerables cantidad de insultos y amenazas de muerte. Pero el no podía responder a estas cosas, porque el era negro.
Ted Williams, uno de los jugadores más venerados y respetados en la historia del juego, fue atrapado una vez escupiendo a sus fanáticos. Como jugador blanco, no solo pudo salirse con la suya, sino que más tarde dijo a los periodistas: “No me arrepiento ni un poco de lo que hice. Tenía razón y volvería a escupir a las mismas personas que me abuchearon hoy. . . Nadie me impedirá escupir”.
Para un jugador negro, este tipo de comportamiento no solo habría sido impensable, sino también miope e incomprensible. Robinson no tenía esa libertad: no solo habría terminado con su carrera, sino que habría retrasado su gran experimento durante una generación.
La lección: no importa cuán talentoso seas, cuán buenas sean tus conexiones, cuánto dinero tengas. Cuando quieras hacer algo, algo grande, importante y significativo, estarás sujeto a un trato que va desde la indiferencia hasta el sabotaje total. Cuenta con eso.
No puedes cambiar el sistema hasta después de haber llegado a su cima. Mientras tanto, tendrás que encontrar alguna manera de convivir con él.